LA PEOR HISTORIA JAMÁS CONTADA: COMO FOLLARSE A UNA OVEJA
Si hiciera un recuento de todas las conversaciones que he mantenido con diferentes tipos de personas tras la barra de variados locales, tan solo se me ocurriria una palabra para describir a la mayoria de esas conversaciones: "Bizarras".
Era mediodia, el bar estaba vacio, completamente vacio cuando entró en el local una persona que me porporcionaria una de las conversaciones más "bizarras" que jamás he mantenido. El tipo en cuestión vestia unos sucios pantalones azules de trabajo, una camisa de cuadros arrugada que sobresalia por debajo de su gersey de lana azul marino el cual ocultaba su prominente barriga, su cabeza estaba cubierta por una boina y como dato esclarecedor, para que entendamos más a este personaje, llevaba los pantalones sujetos con un cordel y en los pies unas viejas, sucias y roidas zapatillas de esparto. El hombre debia de tener bastante más de 60 años, bajito, arrugado, regordete y con pocos dientes.
Indudablemente de paso, tal y como me contó (y aunque no me lo hubiera contado no habria costado adivinarlo), era un pastor de un pueblo perdido de la mano de díos, uno de los pocos que quedan, el cual habia venido a la ciudad a resolver ciertas gestiones al fallecer un familiar suyo, tal y como se veia claramente en su indumentaria este hombre no habia salido de la ciudad, venia de fuera.
Se bebia el vino que le servia, como si fuera agua, mientras esperaba que llegase la hora de la salida del autobus que le llevaria de regreso al pueblo no paraba de contarme lo bonito que era el pastoreo, la soledad que sentia el pastor y lo listos y obedientes que eran sus perros. Yo, como no tenia nada mejor que hacer, simplemente le escuchaba.
Cuando ya llevaba el suficiente vino como para que su nariz se tornase rojiza me dijo que yo le caia bien, insistio que en las montañas uno se encuentra muy solo cuando solo está en compañia de sus ovejas y de sus perros, agrabó su brutal acento rural, seguramente debido al vino y adelantando la cabeza hacia mi como para contarme un secreto me contó la joya de la corona en cuanto a historias bizarras narradas.
..."Mira chico, alla arriba en la montaña un hombre se encuentra muy solo, la soledad es muy mala, te hace ver cosas y oir cosas, alla arriba un hombre está muy solo, su única compañia son los perros y las ovejas, yo lo he hecho, no me arrepiento porque alla arriba uno está muy solo, está muy solo con las ovejas y los perros, solo necesitas unas katiuskas (botas de agua altas) que te lleguen hasta la rodilla por lo menos, porque alla arriba un hombre se siente muy solo, debes quitarte los pantalones y ponerte las katiuskas sin pantalones, porque un hombre se encuentra muy solo alla arriba, debes de cojer a la oveja por las patas delanteras y doblárselas para que no coja el suelo, meterle las patas traseras en las katiuskas junto con tus piernas y así no te podrá cocear, porque las ovejas pegan coces cuando intentas follartelas, porque un hombre se siente muy solo alla arriba acompañado solamente por los perros y las ovejas, yo lo he hecho y no me arrepiento"...
Tras contarme que tambien era asiduo a los puticlubs de carretera que se encontraban situados a kilometros de su pueblo, que no se habia casado nunca y que habia vivido con sus padres hasta que estos murieron, le invité a la última y haciendo eses salio del establecimiento en dirección a la estación de autobuses camino de su casa y de sus queridas ovejas.
Hay cosas que uno debe de quedarse para el mismo y no contarlas nunca, aunque lo hayas hecho y no te arrepientas, sinceramente esa historia me sobraba.
Era mediodia, el bar estaba vacio, completamente vacio cuando entró en el local una persona que me porporcionaria una de las conversaciones más "bizarras" que jamás he mantenido. El tipo en cuestión vestia unos sucios pantalones azules de trabajo, una camisa de cuadros arrugada que sobresalia por debajo de su gersey de lana azul marino el cual ocultaba su prominente barriga, su cabeza estaba cubierta por una boina y como dato esclarecedor, para que entendamos más a este personaje, llevaba los pantalones sujetos con un cordel y en los pies unas viejas, sucias y roidas zapatillas de esparto. El hombre debia de tener bastante más de 60 años, bajito, arrugado, regordete y con pocos dientes.
Indudablemente de paso, tal y como me contó (y aunque no me lo hubiera contado no habria costado adivinarlo), era un pastor de un pueblo perdido de la mano de díos, uno de los pocos que quedan, el cual habia venido a la ciudad a resolver ciertas gestiones al fallecer un familiar suyo, tal y como se veia claramente en su indumentaria este hombre no habia salido de la ciudad, venia de fuera.
Se bebia el vino que le servia, como si fuera agua, mientras esperaba que llegase la hora de la salida del autobus que le llevaria de regreso al pueblo no paraba de contarme lo bonito que era el pastoreo, la soledad que sentia el pastor y lo listos y obedientes que eran sus perros. Yo, como no tenia nada mejor que hacer, simplemente le escuchaba.
Cuando ya llevaba el suficiente vino como para que su nariz se tornase rojiza me dijo que yo le caia bien, insistio que en las montañas uno se encuentra muy solo cuando solo está en compañia de sus ovejas y de sus perros, agrabó su brutal acento rural, seguramente debido al vino y adelantando la cabeza hacia mi como para contarme un secreto me contó la joya de la corona en cuanto a historias bizarras narradas.
..."Mira chico, alla arriba en la montaña un hombre se encuentra muy solo, la soledad es muy mala, te hace ver cosas y oir cosas, alla arriba un hombre está muy solo, su única compañia son los perros y las ovejas, yo lo he hecho, no me arrepiento porque alla arriba uno está muy solo, está muy solo con las ovejas y los perros, solo necesitas unas katiuskas (botas de agua altas) que te lleguen hasta la rodilla por lo menos, porque alla arriba un hombre se siente muy solo, debes quitarte los pantalones y ponerte las katiuskas sin pantalones, porque un hombre se encuentra muy solo alla arriba, debes de cojer a la oveja por las patas delanteras y doblárselas para que no coja el suelo, meterle las patas traseras en las katiuskas junto con tus piernas y así no te podrá cocear, porque las ovejas pegan coces cuando intentas follartelas, porque un hombre se siente muy solo alla arriba acompañado solamente por los perros y las ovejas, yo lo he hecho y no me arrepiento"...
Tras contarme que tambien era asiduo a los puticlubs de carretera que se encontraban situados a kilometros de su pueblo, que no se habia casado nunca y que habia vivido con sus padres hasta que estos murieron, le invité a la última y haciendo eses salio del establecimiento en dirección a la estación de autobuses camino de su casa y de sus queridas ovejas.
Hay cosas que uno debe de quedarse para el mismo y no contarlas nunca, aunque lo hayas hecho y no te arrepientas, sinceramente esa historia me sobraba.
6 comentarios
joaquin -
Toto -
balada triste de trompeta -
has vaciado tu complejo de culpa al relatar
esa historia y la has puesto en boca de ese
inexistente pastor, se nota en que la seman
tica no varia cuando habla el pastor, es la
misma que usas tú..un autentico follacabras
DoNoBaN -
boludo -
y coincido con el otro(y unico) comentario, si no es por usted, amigo(?) anfitrion, y por su pastor confidente, yo tampoco sabria como chingarme una oveja. Asi que gracias y ya le dire como me fue.
Saludos.
Genius Milenius -