Es un día raro, como casi siempre, El Imbécil (el encargado) no tiene suficientes empleados para hacer frente al tremendo aforo que no solo pasa el máximo sino que incluso lo duplíca. No obstante El Imbécil pese a no tener empleados suficientes no ha tenido inconveniente de apilar a la gente dentro del local y es entonces cuando empiezan los problemas.
Perdiendo el culo en el local se encuentran varios camareros, todos ellos desbordados, todos ellos al cargo de un trozo de barra o de una barra entera (unos 7 metros de barra cada uno), sudando como ceporros intentan poner copas a los imbéciles que se apiñan al otro lado y piden como ceporros. El equipo de seguridad tambien es insuficiente y se nota, las abundantes peleas generadas por el gentio y la aglomeración no son separadas a tiempo e incluso se disuelven antes de que puedan llegar al lugar un solo miembro de seguridad dejando como único testigo a una persona tirada en el suelo o que sangrando intenta abandonar el local.
Ahí estoy yo, comiendome todo lo que me echan, la gente se apelotona por la parte de afuera de la barra, se aplastan los unos contra los otros, los que quieren entrar empujan a los que quieren salir, los ánimos se calientan, la desgracia se huele y como siempre el que se come los marrones no es el que los causa, usease El Imbécil, sino el que los trabaja, usease el camarero.
Un moro me grita que si no le sirvo me va a rajar el cuello, como no le sirvo y le digo que me chupe la polla, me informa de que cuando acabe mi turno me va a rajar el cuello. Un negro que a empujones acaba de llegar a la barra me grita que despues de la chica a la que estoy sirviendo va su turno, como paso de el como de la mierda y cuando insiste le mando a la mierda, me informa de que cuando acabe mi turno me va a pisar la cabeza. Unos jovenes que chiflando me llaman desde la otra esquina insisten en que llevan esperando media hora, me acerco, les pregunto que van a tomar, me lo dicen y me voy a atender a otros hasta que llegue su turno que no es hasta bastante rato, por supuesto me informan de que a la salida de mi turno me esperarán para darme la paliza de mi vida. Un joven que ya no lo era tanto me sigue a empujones por la barra sin saber que estoy sirviendo con la táctica ultra secréta del camarero que no respeta los turnos conocida como la de "la máquina de escribir" (De izquierda a derecha o de derecha a izquierda, se empieza desde una punta de la barra, se llega hasta el final de la barra y se vuelve hasta el punto de origen) y cuando llego al fondo y el no tan joven atisba la esperanza de ser atendido se desespera cuando me voy hasta el otro extremo, por supuesto que me avisa de que a la salida me va a patear el culo...
... Cuatro amenazas de "muelte holible" en no menos de media hora me hacen recapacitar, ¿Quien es más tonto el que se apiña como un borrego pisoteando a sus iguales por conseguir una mierda de cubata en una mierda de local en una mierda de condiciones y a un precio desorbitado o el imbécil que lo soporta y les pone las copas?. Mis pensamientos se van aclarando mientras estoy sentado en las cámaras frigoríficas frente a la barra mientras el gentio de borregos chilla y grita en un intento de atraer mi atención, pero no, no pongo ni una copa y continuo sentado mirándolos a todos, miro a mis compañeros, sudan, trabaja a toda ostia, al 200% de sus posibilidades, ponen cubatas de mierda como yo para ganar velocidad, se enbroncan con la gente como yo, la mala ostia es generalizada y se refleja tanto en los rostros de los camareros como en los rostros de los clientes.
El gentio que tengo en frente ya no grita, me miran, algún imbécil me llama y me increpa a que me levante y me ponga a servir puesto que ese es mi trabajo pero no le hago caso y le digo que a el ya no le pongo nada, continuo sentado, ya nadie me dice nada, continuo sentado, veo a El Imbécil que me mira pero El Imbécil ya nunca se atreve a echarme la bronca, no despues de cierta conversación, es un mierdas y sabe que yo se que es un mierdas, continuo sentado, todos me miran extrañados con el dinero en las manos.
Me levanto me acerco lentamente a un cliente, el que iva, al que le tocaba, le doy las buenas noches, un idiota me grita que iva el pero le digo que ya no le pongo una mierda por mal educado, miro al cliente que estoy atendiendo y me pide cuatro cubatas, le vuelvo a dar las buenas noches y entonces el me da las buenas noches y me vuelve a pedir los cuatro cubatas con un "por favor" al final de su petición, le digo que ahora mismo, rápido pero eficaz le pongo cuatro cubatas cojonudos, empleo el tiempo indispensable para preparar cuatro combinados acordes al precio que se cobra por cada uno, le cobro y atiendo al siguiente.
En las demás barras el caos es generalizado, los gritos y los chillidos reinan, en la mia reina la paz, la gente espera pacientemente su turno, quizas porque han comprendido que son algo más que borregos, quizas porque se dan cuenta de que no es culpa del camarero su absurda situación o quizas porque saben que a nada que me digan pasaré de ellos como de la mierda y no les pondré nada.
Al final de la noche alguien que pide una de las últimas rondas me comenta ..."que huevos tienes"... ¿Huevos?, no, yo me respeto a mi mismo, yo he llegado hacer que la gente hiciera una filia india delante de una caja en una discoteca abarrotada de gente, todo es cuestión de amor propio.
Amanecia, salida del curro, ni el moro, ni el negro, ni la cuadrilla, ni el poco joven me esperaban a la salida.
